lunes, 3 de agosto de 2009

De como aprendí a querer a la radio

Dedicado a mi profe de radio, en la UCAB, Carlota Fuenmayor, de quien aprendí el amor y el respeto por la amplitud y la frecuencia modulada.

Como si fuese ayer, recuerdo cuando aquel martes de octubre entraste con paso seguro al salón de clases de siempre, el A4-11, aquel en el que por cosas del destino presenté el examen de admisión y en el que causal o casualmente pasé la mayor parte de mis años en la Universidad.
Entraste calladita, nos miraste a todos, dijiste buenas tardes y acto seguido encendiste el reproductor portátil, el silencio expectante se vio interrumpido al escucharse entonces la marcha de 1BC, la misma que con orgullo escuché tantas veces en los actos de RCTV, lugar en el que crecí tanto profesionalmente...
Nos dijiste que, para ti, no había mejor manera para explicar lo que era la radio que ese sonido... Entonces te brillaron los ojos y comenzaste a hablarnos con un orgullo que llenó el salón -y nuestros corazones- de tu gran amor: La Radio.
Debo confesarte que yo nunca fui -hasta ese momento- una persona de radio, yo era más de leer periódico o ver tv, pero gracias a ti descubrí que tenía un amor platónico y no lo sabía. Nunca te lo dije profe, pero no te imaginas como marcaste mi vida. Ese fue un año difícil de muchos trasnochos y desvelos, noches en las que me acompañaba invariablemente ese amor tuyo -y ahora mío también-, la radio.
Yo no te hablaba mucho profe, honestamente siempre he sido bastante tímida, sólo que ese año, al que yo llamo "el año" porque la vida me cambió completica, aprendí a esconder la pena y sacar el coraje... La primera vez que leí ante un micrófono sin quedar con la mente en blanco y que se me quebrara la voz, fue luego de recibir de tus manos un texto que hablaba acerca de la tradición caraqueña que es un ícono de la navidad en mi querida Caracas "La Cruz del Avila". No sé como lo lograste pero me convenciste cuando antes de entrar a la cabina me miraste y me dijiste "tranquila que va a salir bien". No salió perfecto, pero no tartamudeé y eso ya era bastante.
Y parece mentira, hace 12 años de aquel martes y no puedo evitar recordarte profe, porque ese gran amor que compartimos, al que me ayudaste a descubrir y me enseñaste a querer sufre una tristeza enorme. Agoniza, la hirieron de muerte y yo, que aprendí a valorarla y disfrutarla gracias a ti no puedo soportarlo.
Hoy mi carro tiene un mensaje "Tu radio, tu voz" la voz de muchos a los que quieren callar y lo sé, por mucho que se esfuercen en intentarlo no podrán, no podrán.